La epilepsia es una afectación crónica caracterizada por la presencia y repetición de crisis comiciales que son el resultado de una actividad eléctrica anormal en el cerebro. Hay diferentes tipos de epilepsia: convulsiones de ausencia en la infancia, mioclónica juvenil, Síndrome de Landau-Kleffner, Síndrome de Lennox Gastaut, del lóbulo temporal, etc.

La epilepsia puede estar causada por una infección, una mutación genética, una lesión cerebral o un tumor cerebral, unos vasos sanguíneos anormales o una hemorragia cerebral. Los niños con síndromes genéticos, autismo y algunos trastornos metabólicos también pueden sufrirla. Más de la mitad de los casos de epilepsia son idiopáticos, lo que significa que su causa no está clara. El tipo de epilepsia de una persona depende del tipo de convulsiones que presenta. Una convulsión puede ser:

• Primaria generalizada, que afecta a ambos hemisferios del cerebro a la vez.
• Focal, que sólo afecta a un lado del cerebro, aunque se puede acabar extendiendo al otro lado (secundaria generalizada).

A menudo, los niños con esta patología tienen tanto convulsiones generalizadas como convulsiones focales. Los niños y niñas que padecen epilepsia suelen presentar secuelas secundarias a la propia alteración neurológica y a los propios efectos de las crisis. La evolución y el pronóstico de las alteraciones que puedan presentar dependerá de diferentes factores. Por un lado los factores neurológicos (etiología, edad inicio, frecuencia y duración de las crisis...), y por otro, llos relacionados con el tratamiento (fármaco, farmacorresistencia o cirugía) y los factores individuales (familia, nivel socio-económico...).

Tratamiento de la epilepsia

La epilepsia se suele tratar con medicación. Si los medicamentos no permiten controlar las convulsiones surge la necesidad de aplicar otro tipo de intervenciones, incluida la cirugía. La cirugía para tratar la epilepsia es un procedimiento que modifica la zona del cerebro donde empiezan las convulsiones. Esta intervención es más efectiva cuando las convulsiones siempre se originan en una sola zona del cerebro. La cirugía no es la primera línea de tratamiento, pero se considera cuando almenos dos medicamentos anticonvulsivos no han conseguido controlar las convulsiones.