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Musicoterapia y actividad cerebral: ¿Qué sucede?

Usar la música en un proceso terapéutico (parte 1)

Casi todos, en algún momento, hemos podido experimentar el gran poder que la música ejerce sobre nosotros, para emocionarnos, conmovernos, crear sentimientos de comunidad o hacernos recordar episodios de nuestra vida que creíamos olvidados. Pero ¿es posible usar la música para un proceso terapéutico?

Musicoterapia

La musicoterapia ha demostrado ser una excelente ayuda para el tratamiento de múltiples patologías, trastornos y problemas emocionales.

Algo de historia sobre la Musicoterapia

A mediados del s.XX, gracias a las evidencias científicas sobre el efecto positivo de la música a nivel físico y emocional en los veteranos de la I y la II Guerra Mundial, se fundó en Nueva York la National Association for Music Therapy, creándose así una nueva disciplina de estudio, la Musicoterapia.

La relación entre la música y la salud no es algo novedoso, ya Aristóteles, Platón e incluso los antiguos egipcios describieron los efectos de la música en el cuerpo y la mente humanos. Pero no fue hasta los años 90 del siglo pasado que, gracias a los avances en neuroimagen, se pudieron realizar numerosas investigaciones en las que música, neurología, psicología y tecnología se dieron la mano para evidenciar la gran influencia de esta expresión artística en nuestro cerebro. De esta forma, una nueva rama de estudio nació en el árbol de la musicoterapia: la Musicoterapia Neurológica (Neurologic Music Therapy, NMT).

¿Qué sucede en nuestro cerebro cuando escuchamos o tocamos música?

La música empieza como aire en movimiento que impacta en nuestro tímpano haciéndolo vibrar. Esta vibración es traducida en impulsos eléctricos, gracias a unos huesecillos ubicados en nuestro oído interno. De ahí, la señal es transmitida hacia el tronco cerebral, desde donde se enviará hacia la corteza auditiva primaria y de allí, hacia redes neuronales. Es un proceso complejo que involucra a varias estructuras, las cuales se encargarán de procesar, analizar, dar significado y almacenar los diferentes elementos del sonido, en algo que posteriormente percibiremos como música.

De esta forma una simple vibración en el aire, en nuestro cerebro se transforma en una activación de las áreas y los circuitos de la percepción, de las emociones y los recuerdos, de la recompensa, de la atención y de los circuitos encargados de planificar y realizar los movimientos.

Es más, si a la escucha musical le añadimos la acción tocar o improvisar música sin que haga falta ser profesional sucederá que, prácticamente, la totalidad de las estructuras cerebrales entrarán en funcionamiento. Las áreas responsables de procesos visoespaciales se activarán al leer una letra o una partitura; el hipocampo y la corteza prefrontal se activarán para recordar, situarnos y planificar los aspectos necesarios para la ejecución musical; las áreas premotoras y los ganglios basales nos permitirán cantar y planificar los movimientos; el cerebelo otorgará la armonía del movimiento y del ritmo; el sistema límbico aportará la emoción y el recuerdo; y la activación del cuerpo calloso permitirá el paso de información entre ambos hemisferios cerebrales. Todo esto ocurrirá, por supuesto, en mayor medida si se trata de un músico profesional.

Es muy difícil encontrar una actividad humana que involucre al cerebro de una forma tan masiva como lo hace la música. Este hecho particular es el que convierte la práctica musical en una actividad de entrenamiento cerebral.

musica

 

La plasticidad neuronal y la musicoterapia

Se ha visto que la mayor parte de neuronas no tienen la capacidad de reproducirse, pero sí tienen la capacidad de crear nuevas conexiones y esta es una habilidad que perdura hasta el final de la vida. Cada vez que experimentamos algo o realizamos una actividad nueva, el cerebro se reestructura creando nuevas conexiones. Cuantas más veces realicemos la misma actividad, más fuerte se volverán esas conexiones. Esta capacidad de reestructuración de las conexiones neuronales es lo que se llama plasticidad neuronal.

Esta propiedad habilita rutas de información entre las diferentes áreas del cerebro, permitiéndonos ser capaces de percibir, aprender, relacionar causas con efectos, repetir conductas adaptativas y evitar otras nocivas.

En resumen, gracias a esta activación generalizada, la música es capaz de estimular al cerebro para entrenarlo en sus habilidades de cognición, atención, memoria, planificación, modulación emocional, motivación y conducta.

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