El ictus en las mujeres
¿Has visto en alguna ocasión que la misma copita de vino se le “ha subido” más a tu amiga que a tu amigo? Pues seguramente tampoco debería sorprendernos que el ictus tenga diferentes efectos si el que lo padece es un hombre o una mujer
Hoy en día, la visualización del ictus es cada vez mayor, como lo muestran las menciones en la prensa, en la televisión y en las redes sociales. Es lógico que el ictus acapare cada vez más la atención de la ciudadanía, ya que en la mayoría de los países desarrollados constituye una de las principales causas de muerte, pero también de discapacidad. Además, las diferentes campañas divulgativas ayudan a que las personas tengamos presente ciertos signos de alarma ante los cuales es importante que acudamos a un profesional de la salud, ya que el diagnóstico, y por tanto el tratamiento precoz del ictus, minimiza la posibilidad de secuelas.
En España, los ictus son la primera causa de muerte y de discapacidad en las mujeres, sobrepasando incluso al cáncer de mama. Los estudios científicos nos informan de que las mujeres que han sufrido un ictus tienen peores resultados funcionales que los hombres, presentan una mayor discapacidad y refieren una peor calidad de vida que los hombres. Tradicionalmente, estos hallazgos se justificaban por el hecho de que las mujeres tienen una mayor esperanza de vida que los hombres y que, por tanto, al vivir más, tienen más posibilidades de padecer un ictus. También es cierto que la incidencia del ictus tiene una marcada asociación con los llamados factores de riesgo cardiovasculares (hipertensión, obesidad, diabetes) que típicamente se dan más frecuentemente en edades más avanzadas. Entonces, es lógico pensar que, si el ictus se da en una persona con una edad más avanzada, es posible que también tenga una funcionalidad disminuida en relación con la edad y que su deterioro tras el ictus sea comparativamente mayor.
Sin embargo, últimas investigaciones parecen evidenciar que el sexo en sí mismo, independientemente de la edad, estatus funcional previo, comorbilidades y otros factores cardiovasculares, puede afectar en cómo las mujeres y los hombres padecen el ictus.
Uno de los aspectos más importantes del ictus es la prevención, y en este sentido, cobra una especial importancia el control de los factores cardiovasculares. Tanto en hombres como en mujeres, estos juegan un papel muy crucial, aunque se aprecian diferencias en relación con la causa. Así, por ejemplo, la causa más frecuente de ictus en los hombres suele ser la aterotrombótica (un problema en las arterias), mientras que, en las mujeres, suele ser la cardioembólica (un problema cardíaco). Pero en aquellas mujeres en donde la causa es aterotrombótica, el diagnóstico precoz y, por tanto, la prevención, es más difícil que en los hombres, porque en los hombres las placas de grasa se depositan en las arterias de forma más localizada y, por ello, es más fácil que se vean en pruebas de imagen, mientras que, en las mujeres, la afectación es más difusa y, consecuentemente, menos reconocible.
Otra cuestión a la que únicamente están expuestas las mujeres son los cambios hormonales a lo largo del ciclo menstrual y de las diferentes fases de la historia reproductiva. También es merecedor de atención el hecho de que las mujeres se exponen a una administración de hormonas exógenas, como los anticonceptivos o la terapia hormonal sustitutiva y el embarazo. Los estudios sobre los cambios hormonales en el ciclo menstrual y la vida reproductiva son escasos, pero parece ser que niveles bajos de estradiol sueducación para la salud 23 “Últimas investigaciones parecen evidenciar que el sexo en sí mismo puede afectar en cómo las mujeres y los hombres padecen el ictus” sobreruedas gieren un aumento de riesgo de ictus en la fase perimenopáusica, mientras que no tanto en la posmenopáusica. Otros estudios también sugieren que, el hecho de una menarquia precoz (edad en la que apareció la primera menstruación), así como una menopausia precoz, tienden a incrementar también el riesgo de ictus.
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